La privación de la libertad conlleva consecuencias psicológicas y emocionales importantes: Distorsiones afectivas, perceptivas, cognitivas, etc. Es por ello que existe una relación inversa entre el nivel de la inteligencia emocional y el nivel de riesgo de reincidencia. Trabajar por tanto en el nivel de inteligencia emocional de los reclusos significa trabajar en un factor de protección que facilite la reinserción del recluso en la sociedad y disminuye el riesgo de reincidencia.
El Despacho Criminológico B&CH acaba de iniciar un curso de 2 meses de duración en un Centro Penitenciario, sobre Inteligencia Emocional para lograr que la transición de internos del medio privativo de libertad a la sociedad sea más efectiva, logrando así una mejor reinserción social del interno.